2. Eine Gesellschaft zur Wertschätzung des 𝐀𝐛𝐠𝐫𝐮𝐧𝐝𝐬

«Gestern mussten wir einen großen Abgrund konfrontieren,
Heute, in Namen des Fortschritts, sind wir einen Schritt weitergekommen» 2.


2.1. Fluiditas Tenebris

« Und wir werden uns an alles erinnern,
was wir nicht getan haben, all das,
was wir hätten tun können, all das,
was wir hätten tun sollen, und all das,
was wir tun wollten
. Wie ein Verrückter,
der an den leeren Schöpfbrunnen des Dorfes
gelehnt steht und mit verzweifelter
Intensität auf die Pferde der Jugend blickt,
im breiten Stoß der Dämmerung,
die wie eine Erinnerung
in den Abgrund versinkt
»3.

vivaldi

2.2. Die Weltschöpfung

Fluren, zuvor wie die Luft und das Licht der Sonne gemeinsam, Zeichnete jetzt mit begrenzendem Stricht vorsichtig der Messer. Und nicht wurde geheischt bloß Saat und schuldige Nahrung Von der ergiebigen Feld: ein ging’s in der Erde Geweide 4.

2.3. El Fondo de Los Mundos

Si una imagen de suplicio me salta a la vista puedo, espantado, apartarme de ella. Pero estoy, si la miro, fuera de mí… La horrible visión de un suplicio abre la esfera personal, la abre violentamente, la desgarra. No se sigue de esto que, a traves del desgarrón, acceda yo al mas allá que llamo, en términos vagos, «EL FONDO DE LOS MUNDOS».

Términos inadmisibles, pero que aun siendo excesivamente vagos, deben seguir siéndolo; nunca ese carácter vago, en efecto, se atenuará más que por medio de precisiones negativas.

En primer lugar:

«EL FONDO DE LOS MUNDOS» no es Dios. Definitivamente, una vez vislumbrado ese «FONDO DE LOS MUNDOS», se anula la posibilidad de estancamiento inmutable que anunciaba un vocablo irrisorio…;

en segundo lugar:

«EL FONDO DE LOS MUNDOS» no opone nada a ese movimiento vertiginoso, catastrófico, que arrastra con nosotros al abismo todo lo que, de una inmensidad profunda, espantosa, emerge -o pudiera emerger- de sólido.

(La visión de un «fondo de los mundos» es en verdad la de una catástrofe generalizada, que nada limitará jamás… La visión de la «MUERTE DE DIOS» no difiere de ella, la cual nos hace chocar violentamente, con el sueño teológico, y es la única que responde, en definitiva, a la exigencia, más honrada.)

El hombre está hecho a la medida de la muerte, hasta tal punto que, lejos de sucumbir al espanto, es la visión del espanto lo que le libera.

En lugar de evitarla, yo profundizo la desgarradura. La vista de un suplicio me conmovía, pero muy pronto la soporté con indiferencia. Evoco ahora los innumerables suplicios de una multitud agonizante. A la larga (o puede que de una sola vez) la inmensidad humana prometida al horror sin limite…

Cruelmente ensancho la desgarradura; en ese momento alcanzo el punto de éxtasis.

La compasión, el dolor y el éxtasis se compaginan 5.


2.4. Wasser!!!


Hoy se me acabaron los últimos rastros de avena que tenía dispuestas para el desayuno. Hoy vine al hospital a revisar las últimas trazas, o la memoria de una enfermedad de esas que te aquejan 7 años, antes de irse.

Luego de tres horas esperando para que te atiendan, es difícil mantener la calma en un hospital. Hasta que te topas con la muerte agitando el silencio en los pasillos,


todes_arzt

Estamos viejos reflexioné,
mientras escuchaba a una mujer anciana
gritar el nombre de un fantasma y un elemento:


Vanessa! Wasser!! Vanessa!!! Wasser!!!


La silla de ruedas la tiraba quien pudo ser su nieta guiándole incólume.

No pude evitar enderezar la espalda y sentir finalmente la calma,
esa calma que te inunda de toquecitos eléctricos de la cabeza a los pies.

Recordé por qué el personal de enfermería ejercita
esa frialdad, esa calma
al enfrentar el abismo de la desgracia ajena.

Recordé a mi padre, madre, hermanos y hermanas.

La calma devino en pensamientos de infinitud,
en el acuartelamiento súbito de todos esos primos interiores,
monjes, fakires 6 y guerreros que ponen limite
a los pasos de la muerte, todos esos abismos,
todos esos líquidos… moco, sangre, orina, lágrimas.

y recordé una vez más todo eso
que quisimos hacer,
que pudimos y debimos hacer,
pero que no logramos o no alcanzamos a hacer.


Las prisas por abandonar la sala de esperas del hospital cesaron,
pero el hambre no.